Por: Carlos Orlando Pardo

Durante sus últimos años, el poeta Víctor Hugo Triana se dedicó a robarle vida a la muerte y a entender de nuevo cómo es la condición humana. Su poesía significó la del mundo encerrado en el hombre y fue siempre la de quien nunca le huyó ni a la ironía ni al humor, reflejando la insatisfacción con la injusticia que nos rodeaba. Nos enseñó igualmente cómo se puede llevar un jardín en el bolsillo y a ver y a vivir la locura y la sabiduría. Tanto en sus poemas, sus ensayos, sus guiones para teatro o cine, Víctor Hugo proyectó los sueños como un ingeniero del alma estacionándose con profunda lucidez en sus conflictos. En su Obra literaria publicada por Pijao con motivo de sus primeros 30 años en estos avatares, puede verse el desfile de la cotidianidad del amor, la distancia, la política, la violencia y la muerte, pero también el encuentro y el olvido. Sus palabras justas logran conmovernos la entraña, sonsacarnos sonrisas, esculcar sueños y brindarnos sus pesadillas, Todos los colores del arco iris pueden advertirse en sus páginas y en esencia, la muestra de una lucidez, de una madurez y de una obra que está destinada a no ingresar al territorio del olvido.


Lo conocimos a los pocos días de haber llegado a Ibagué hace más o menos medio siglo, fundando una amistad maravillosa que duró hasta su muerte. Junto a su esposa entonces, María Victoria Doza, actriz, periodista y teatrera como él, quien partió hace poco, gozamos la tertulia permanente, la fundación del grupo Pijao, la organización de concursos y recitales, conferencias y mesas redondas, noches interminables de bohemia, complicidad en la lectura de textos, escondrijos con las novias, cátedras en los colegios, congresos de escritores e intercambio de libros. No fue poco constituyendo una hermandad que se interrumpió con su enfermedad irreversible y era difícil verlo sin salir traumatizados por la forma en que se fue quedando. No es poco el dolor por su partida puesto que sus huellas en la cotidianidad de las nuestras se confunden e iluminan el camino transitado desde cuando estábamos jóvenes hasta que llegó la madurez. Una voz maravillosa en la locución y en el teatro, seductora de niñas que cumplían fila para escucharlo y oír sus poemas, encantarse con sus requiebros y quedar seducidas por su pinta de actor de cine a lo Alain Delon.  Era el único pinta entre los escritores pero en el fondo inocente y bueno al que solo le maravillaba hacer pilatunas menores para divertirse.

Una noticia suya le dio la vuelta al mundo cuando por emisoras locales que no la difundieron bien sino al final como cierre de farándula, le sirvió a Gabriel García Márquez para evitar ser aprisionado en Bogotá en 1979. Allí decía cómo, en medio  de la cacería de brujas desatada con motivo del Estatuto de Seguridad del gobierno, un oficial de la fuerza aérea le había secreteado a su padre por teléfono, en Ibagué, cómo le iban a echar mano. Para entonces el también periodista Mauro Huertas Rengifo, diputado a la asamblea del Tolima se lo comentó, y Víctor Hugo Triana no dio espera. El escritor del Nobel se refugió esa misma noche en la embajada de México llevando en su brazo un cuadro abaleado de Botero y jamás regresó hasta pocos años antes de su muerte.  Su chiva de valor monumental salvó a García Márquez de ir a las caballerizas de Usaquén.

Mucho es lo que pudiera decirse del gran Víctor Hugo nuestro de cada día, pero será para otro momento, Por fortuna quedaron sus libros y más el último con una entrega selecta y exquisita, muestra de su larga paciencia, de vigilias y caminos, de talento y disciplina, de coraje y entrega.  

Acaba de morir a los 67 años el poeta tolimense Víctor Hugo Triana, entrañable amigo desde la juventud y quien había nacido en Ibagué el 7 de noviembre de 1948. Realizó sus estudios secundarios en San Simón y la Normal Nacional, desempeñándose casi toda su vida como periodista, locutor, director de teatro, guionista de cine y columnista, habiendo obtenido galardones en concursos literarios a nivel departamental y nacional. Publicaciones suyas aparecen en varias revistas y suplementos culturales y literarios. Fundó la programadora cultural Mundo Visión, ejerció la docencia como profesor de español y literatura en varios colegios de Ibagué y fue corresponsal del diario El Pueblo, la revista Antena, así como miembro fundador del Grupo Cultural Pijao. El director ejecutivo de la fundación Comunicando a partir de 1991, fue igualmente  socio de la Unión Nacional de Escritores, UNE,  y publicó  cinco libros: Casi poemas  en 1982; Epidermis de mar  en 1986, con reimpresión en 1991 y Espacio reservado para la bruma  en 1997. Pijao Editores en el 2001 con motivo de sus 30 años de vida literaria, dio a conocer una antología de su poemario Bellos muslos y otros poemas, de su ensayo La poesía del nuevo milenio y una minifalda bien llevada, de su obra teatral Hasta el ser supremo se equivoca pero él corrige con milagros, Jesús 2.000 años después y del guión cinematográfico Los retornos de Oscar Ramiro. Textos suyos aparecen en varias antologías como Trece Nuevos Narradores Colombianos, de Pijao Editores y Poetas del Tolima, de Alberto Santofimio Botero. Compiló el libro Taller de poesía, Universidad Externado, 1995, el cual orientó desde 1991 hasta 1999. Dejó inédito el guión para cine Alguien busca a Bayron Fonseca y un libro de poemas.